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Una vez que ellas y ellos inicien la discusión y pregunten, cuestionen, comenten, podemos usar algún plan de discusión o algún ejercicio para profundizar, siguiendo el interés de las estudiantes y de los estudiantes, y la dirección propuesta por ellos y ellas.
En una discusión el producto se establece colectivamente, y sabemos que lo establecido se asimila mejor que lo transmitido. Debemos intentar tener siempre presente que una buena discusión filosófica debe mantener el respeto por el interés del grupo y por la dirección del tema elegido. Respetar sólo el interés en detrimento de la dirección hará que la clase transforme la discusión en una conversación, una charla. Seguir sólo la dirección en detrimento del interés hará que la discusión se empobrezca, hasta perder su carácter dinámico. Asimismo, se debe tener mucho cuidado y respeto para no conducir la discusión hacia el interés del adulto. |
S. Accorinti, Trabajando en el aula, Buenos Aires, Manantial, 2000 |
La muñeca Lis |
Es importante que el/la coordinador/a esté relajado/a frente a los silencios. Poco a poco, con la ayuda de el-la formador-a que lo acompaña en el aula, irá descubriendo la diferencia entre el silencio creativo y el silencio que surge a partir del desinterés ( y luego del primer año de trabajo conjunto, o antes, ya podrá hacerlo solo-a). Darles a los estudiantes su espacio para los silencios productivos es una muestra de respeto, de todo el grupo, que no debiera faltar en las sesiones. Ahora bien, si por algún motivo el silencio es no productivo, desinteresado, (además de analizar conjuntamente con el formador que acompaña qué puede estar sucediendo), se deben pensar estrategias para movilizar al grupo: intentar alguna actividad más lúdica, con movimiento o relacionada con la plástica, sin olvidarse que es sólo un recurso y no un fin en sí mismo. |